NATURALEZA

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Quizás, si formamos  desde la más tierna infancia  el arte de interactuar con gracia, gratitud, cuidado, respeto, empatía,  pericia, inteligencia, conciencia. Nuestra excelsa madre naturaleza podrá recuperar su fuerza y conservar la inmensidad que aún expresa, a pesar del maltrato que le hemos causado nosotros,  los llamados “humanos”; los únicos miembros del reino animal capaces de causar mal a la energía divina dadora de vida.

 

Quizás, si nosotros, los miembros de la especie humana logramos poco a poco formar y formarnos para humanizarnos  y así, respetarnos, cuidarnos, valorarnos y valorar el maravilloso hábitat natural que tenemos para cada día caminar y cada noche pernoctar; evitaremos ser expulsados del paraíso que nuestra bondadosa madre nos ha proporcionado y que por ser la nuestra una especie de  instintos avaros, destructivos, atrevidos y mundanos, no hemos valorado.

 

Quizás, si nos ocupamos de criar humanos que usen sus manos para crear, cuidar, sembrar, cultivar, preservar, conservar, sentir, consentir, ayudar, aportar, apoyar, cooperar; contribuiremos con la evolución de la presente y la próxima generación. Podremos dejar como habitantes de este hermoso  planeta a seres conscientes, decentes, consecuentes, y no, especímenes hirientes, indolentes, demoledores, devastadores, depredadores.

 

Quizás, si nuestra inhumanizada naturaleza humana  re-encuentra su cauce natural de evolución permanente, podamos volver a experimentar esas milenarias, profundas y sagradas conexiones con la tan nombrada y poco respetada, mama pacha. Esa deidad próxima, inmediata, cotidiana, sensible y dialogante que tanto nos da y tan mal retribuimos, tan grave y descaradamente destruimos.

 

En la foto aparecen los seres que la vida me compartió y  me encomendó humanizar. Intento vivir cada día haciendo un ingente esfuerzo por cumplir con esta misión, pues me gustaría poder morir con la satisfacción de haber actuado con el corazón liberado del instinto de destrucción. Anhelo poder formar en mis descendientes la habilidad, el arte de interactuar respetuosa y cuidadosamente, con esa fuerza superior que tanto le aporta a nuestro equilibrio interior.

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